miércoles, 5 de enero de 2011

Poesía

La Sangre del Tiempo*
-Pepe Zapata Villar-

A Isaías Bravo Flores, joven universitario que cayó abatido por las balas criminales del G.C. el 25 de enero de 1984, dentro del campus universitario de la UNCP, defendiendo con la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional del Centro  del Perú, la Autonomía Universitaria y el derecho a la Insumisión ante la ley “U”.

I

César Vallejo / hermano / están intentando
quemar nuestras almas
con candentes gusanos / con balas inútiles
que resbalan por la intemperie
mientras los labios cosechan la siembra
profunda en las
flores preñadas de luchas /

II

A los ríos le arañan con salvajes
excrementos / y
sus aguas nos gritan con sus lenguas
saturadas de infinitas experiencias /

III

César hermano / asesina a los hijos
de Pedro Rojas / mueren
acariciando el camino que conduce
al mediodía próximo a la igualdad
de las penas y alegrías /

IV

Isaías bravo flores / hermano
nos hemos cobijado en esta vida
abrigándonos con los trozos de cada
amistad floreciendo en el camino /
hemos clavado también nuestras manos en esta
vida para hacer este aire más habitable /
las lluvias refrescaron nuestras razones / y
hemos retozado con los truenos que han disparado
sobre la dimensión de nuestras existencias /
/ …recuerdas? la cárcel muchas veces fue
nuestra posada /
recuerda la sangre y los sudores gota a gota
florecer en las calles y mercados / y
hoy nuevamente han abierto nuestros pechos /
recuerda a Rudencindo a Leopoldo Ramírez
floreciendo ambos con una bala en su recuerdo /
han abierto los pétalos sangrientos de nuestras
vidas y nuevamente han regado
con sangre nuestra rebeldía /
La muerte.
Que cegó al niño entre juguetes de alba,
                                     y cayeron, camarada,
como caen los humildes cuando caen
levantando puños del mañana
o el pan que trabajaron entre surcos del alma.
sin embargo, ahí caídos, decían:
Huancayo, tierra querida,
tierra del pobre, Huancayo
y sigue el son de la feria
entre tristeza y miseria.
Desde la historia
¡tanto había soportado!
hasta el sudor de la espalda,
desde la brisa envenenada
hasta el hedor del burgués que parlamentaba.
¡Tanto!
que la patria no era corazón
sino -entre las cuerdas del arpa-
muliza que no acaba,
quejido de violín era la patria
y alcohol
y raido faldellín de muchacha provinciana.
¡Color ensuciado, patria,
en la vieja mazorca
de aquella nube mala.

Pedazo de sol herido
no ofendas tu cielo
con retazo ennegrecido.
Huancayo está muriendo
en el mismo sitio
donde había nacido,
Esto era la patria.
Y Huancayo pensando en la bandera
de los domingos
en la plaza,
donde un general y sus lacayos
cantaban a sus corbatas
y eran corneta los pechos
en la marcha de los banquetes.
Porque así era el deber,
porque así era el engaño
de los “nobles” hijos que gobernaban.
Que se murieron los hombres
en medio de las calles
entre vuelo de balas
como mueren los pobres,
niebla, neblina fugitiva.

Y fue tanto el desfile de mentiras
Que el once empezaron las verdades.
Ya no hubo banderitas de los uniformados.
Solamente
¡Tanques!
¡metrallas!
¡balas!
contra la patria que encendía sus labios.
Y a las doce en punto del doce
de ese entonces
incendiaron las nubes.
fue fuego fiero el puño de Huancayo,
candela la retama bailando en Huaytapallana;
¡la guinda! ¡el Mantaro!
¡y el chiwaco! ¡qué rayo de enramada!

Era huaylash cholo
cuando el hombre pide
la justicia arrebatada.
Di, corazón apenado,
que las pajitas del nido
se desgrano en el verano
y fue polvo y agonía
lo que quedo entre manos
del pueblo de Huancayo.

No importo la muerte.
¡Como ondeaban las espigas
entre las manos del viento
cuando el pueblo marchaba
en su vertiente!
Juan que reclama por el costo.
María como madre de familia.
Pedro el obrero de la Oroya.
Santiago que estudia en el colegio
lee un poema de Vallejo
después canta con el picaflor del valle

Cuando amanece entre los cerros; canta y encanta a Carmen
que vende frutas en el mercado.
¡Viva el pueblo!
Unido avanza después de tanto.
Van sus sueños reclamando por la vida:
el panadero por la harina,
por la tierra el labrador de la alegría,
clavo para las suelas
no para su herida el zapatero,
¡salario, mas salario al obrero!
adobe el albañil, adobe del futuro,
y un cielo de color para los niños.

Y no acabes, palomita, paloma
arrullo ni muliza,
sigue diciendo las cosas,
en el aire, en la brisa,
que en julio murieron rosas
traicionadas por espinas.

Así va el pueblo
¡y recibe sangre y recibe balas!
Era julio en aquel entonces
de sombras y silencios y el frio
que venía del agua
no era hierba del valle.
¡Eran las cinco de la tarde!

No volaría el gorrión
en el toque de queda
no el crepúsculo a las hojas muertas,
¡ahí seguía cantando el obrero,
el niño, la madre sollozando!
¡Es la lucha del pueblo,
empieza en julio, seguirá en enero!


Poema publicado en la Revista “HuancaMayo” Nº 1 de la Federación de Estudiantes de la UNCP en Septiembre de 1985.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Adelante con la lucha compañeros de la UNCP