sábado, 30 de octubre de 2010

A LA MIERDA CON EL PASADO

Por una universidad emprendedora, científica y revolucionaria
Por José López
Una idea recurrente en las organizaciones de izquierda universitaria es añorar lo vivido durante la década de los 70, 80 y parte de los 90. Los argumentos para esta evocación son diversos, se dice por ejemplo que durante esos periodos los debates entre alumnos eran intensos, que los profesores defendían posiciones y no pactaban por ningún motivo, incluso se argumenta que en esos años la universidad era un centro donde florecían las ideas.
En mi opinión estos argumentos surgen a causa de la impotencia de nuestras organizaciones frente a la aparición y consolidación de nuevos intereses por parte de los estudiantes. Es decir, en la actualidad la universidad se muestra como un espacio donde los estudiantes ya no buscan referentes ideológicos ni políticos, es más bien un centro donde se trata de alcanzar los conocimientos básicos para una vida laboral segura.
La educación en el Perú fue, y qué duda cabe que sigue siendo, un medio para el ascenso social. El problema es que en las décadas pasadas el ascenso social era visto de distinta forma a como es visto en la actualidad. Los simbolos que conforman nuestra realidad actual nos presentan un conjunto de mensajes que nos llevan a conceptualizar el ascenso social con la figura máxima del “hombre exitoso”, y es este el mensaje que con más fuerza se difunde en la universidad.
Es por esta razón que nuestras organizaciones, en muchos casos selladas en mensajes ochenteros e incluso de los setenta, no sintonizan con las actuales necesidades de la mayoría de los estudiantes. Es necesario que modifiquemos nuestros mensajes para poder sintonizar con las nuevas formas de sentir y pensar.
Sin embargo es bueno aclarar que todo no se reduce a símbolos y conceptos. Debemos de tener claro que este nuevo “paradigma” de ascenso social deviene de toda una estructura mayor que articula mecanismos más complejos para delinear la realidad en su conjunto (la figura del hombre de éxito no solo se vende en la universidad sino en todos los espacios de la sociedad y es la escusa ideal para justificar las nuevas formas de explotación).
Si buscamos un cambio real debemos de empezar con lo que tenemos –nuestra organización- y trascender de la universidad hacia espacios donde podamos iniciar la lucha real y final contra nuestros opresores. La lucha no termina en la universidad, ahí apenas comienza.
Añorar el pasado no es malo, en cierta forma es bueno, pero es un error querer regresar a él. El asunto es que en la actualidad debemos contextualizar nuestras estrategias partiendo de principios claros y objetivos reales que entiendan que la lucha no se termina en las aulas de la universidad sino más bien en los barrios, asentamientos humanos y en las comunidades. No olvidemos que el viejo Mao nos decía que los jóvenes tienen que entender que mientras su país siga siendo pobre ellos tienen como deber principal trabajar unidos para que la sociedad ideal se haga realidad. 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante el escrito, sin embargo me pare reaccionaria la propuesta. La universidad debe ser el lugar donde se construya la revolución. Es necesario que la universidad vuelva a ser el lugar donde se forje a los estudiantes para luchar por una sociedad mejor.

Anónimo dijo...

Cuando se habla de emprendedora ya se está vendiendo la universidad a los capitalistas. Esta postura es propia de los sectores burgueses que disfrazan su postura bajo la mentira del anarquismo comunismo.

Anónimo dijo...

El asunto es radicalizar la universidad, no hay forma compañeros

Salud compañeros

Anónimo dijo...

Refundar la universidad para que el proletariado y el campesinado puedan liberarse. Por una universidad verdaderamente proletaria y no “emprendedora”

Marko dijo...

La universidad es una institución social, su labor es la reproducción de la ideología imperante. Ha sido así durante las décadas “añoradas” y permanecerá así. No es la tradición ni el “sesgo contestatario” la que ha caracterizado a la universidad peruana o en todo caso la que la ha fundamentado, por lo tanto no puede ser el lumen de lúmenes. Sin embargo, lo que si puede decirse de la universidad es que es una trinchera de combate. Nuestra labor como estudiantes, teniendo en cuenta lo concreto real del modelo económico-social vigente, es acercarnos a una lucha contra la educación de mercado, lo que el compañero López podría considerar simbólicamente como educación “emprendedora”; esta lucha no se da precisamente por la terminología mercantil, ni por lo simbólico del asunto, sino por problematizar la crisis de la economía y de las relaciones sociales en el país. Es cierto, la educación en el Perú, por su carácter inorgánico, tiende solo a su existencia en la medida que procure el ascenso social, que si bien es importante, no justifica el desarrollo real de dicho ascenso u profesión, puesto que, llamaríamos trascendente al “progreso profesional” (muchas veces logrado de una forma corrupta y mediocre) en desmedro del que hacer científico que se debe tratar de lograr. El objetivo, más que darle un nuevo motivo “emprendedor” a la universidad, es motivar a los estudiantes en su afán critico, cosa que solo se logrará articulándonos en una fuerza y poder dentro de ésta. En ese sentido no nos queda más que redefinir una epistemología de acción verdaderamente revolucionaria, evitando en lo posible sesgarla del lenguaje ochentero, que al igual que el nuevo lenguaje de “éxito” son solo coartadas de la reacción. Estudiar la historia, aprender de ella, no implica hacerle apología práctica a la defensa de la ideologización pedagógica e irreflexiva que se dió en las aulas, significa que el “florecimiento de las ideas” se está dando, y que un movimiento estudiantil desarticulado no puede enfrentar sino es con sus propias armas: el carácter creativo y los principios revolucionarios, sin medias tintas.

Anónimo dijo...

Adelante con las publicaciones

Anónimo dijo...

Ya no publican nada?