sábado, 15 de mayo de 2010

ÉTICA LIBERTARIA Y UNIVERSIDAD PERUANA

El proceso de privatización de la educación o cuando el mercado dice que “no”

Por: Marco A. Choque Mamani[1]

“una educación pública, no ficticia sino real,
 sólo puede existir en una sociedad
verdaderamente igualitaria”
Miguel Bakunin[2]

I. INTRODUCCIÓN

No es nada nuevo que el neoliberalismo se haya enquistado hace mucho dentro de las instituciones sociales -auspiciado por el Estado-, patrocinando de cierta forma, una especie de fundamentalismo intolerante (síndrome del perro del hortelano) como una de las nuevas formas de hegemonía, que proclama un estado “multi-culturalista” defensor de los derechos ciudadanos (y claro también nativos). Esta práctica se inscribe dentro del universo post-ideológico que el fujimontesinismo y hoy el alanismo han creado. En efecto, el gobierno se ha equiparado con la vehemente intriga de la lógica de mercado, atropellando así las formas productivas y económicas necesarias para el desarrollo del pueblo peruano. Sus efectos inciden sobre el actual proceso de privatización y mercantilización de una forma indiscriminada sobre todos los niveles organizativos de la sociedad, ya sea en empresas públicas, prestación de servicios, minería artesanal, etc. Pero no solo es el campo económico afectado, ya que el neoliberalismo es una práctica discreta e ideológica, sino también la educación pública como institución eje de desarrollo humano.

Efectivamente, nuestro tipo de educación ha cambiado. Este cambio podría situarse dentro de los más desfavorables para una sociedad aun en desarrollo, ya que el único objetivo de la educación actual es reproducir una especie de “currículo implícito” donde se encontrarían las máximas del “éxito profesional”, que no es otra cosa que un engaño sistematizado con el único fin de mantener el statu quo. Sino véanse todos los programas y proyectos educativos nacionales, ligados a una concepción individualista y acrítica. Y es que hoy en día se divulga en todas partes la era de la sociedad del conocimiento, de la información, ¿pero acaso se habla de una sociedad de solidaridad, de sabiduría? pues es importante para esta sociedad “moderna” tener el conocimiento en las manos, como “cosas” que se pueden comprar y vender. En ese sentido, el siguiente artículo busca hacer un diagnóstico sencillo y vital de la educación peruana, particularmente de la Universidad, ya que en esta se encuentran las contradicciones más profundas.

La Universidad contemporánea no solo está atravesando una crisis paradigmática, sino una reevaluación en el sistema de códigos culturales, sociales, económicos y políticos (ideológicos), contraponiendo así la educación de mercado con la educación científica y humanista, esta última desprestigiada por la lógica neoliberal de la educación para la uniformidad laboral y la reproducción social. La universidad se ha convertido en un museo histórico del conocimiento donde se venden y compran grados y títulos, una universidad flexible y predictiva, al servicio del mercado y no de la humanidad.

II. BALANCE HISTÓRICO DE LA UNIVERSIDAD

Para ganar precisión en su definición y poder entender el proceso de su evolución la universidad debe analizarse desde su perspectiva histórica y ética libertaria. La universidad de Boloña es considerada la más antigua del mundo (S.XI), en ésta las relaciones profesor-alumno eran contractuales, así heredó esa autonomía que impedía la supervisión por parte del Estado, pues la universidad tenía su propia jurisdicción. En el Perú, la universidad se constituye como un espacio exclusivo para la denominada república de españoles -la UNMSM (1551) fue uno de ellos- caracterizándose por tener un carácter parasitario, esto hace referencia al desdén de la universidad hacia una formación productiva, de ahí que las principales carreras fueron la teología, el derecho y la literatura; todo esto añadido a la exaltación de la cultura occidental.

A inicios del siglo XX el pensamiento social se empieza a constituir de una manera crítica sobre la realidad peruana, que básicamente se fundamentaban en el análisis a la estructura semi-feudal y semi-colonial de ésta, hechos históricos como la post-guerra (reconstrucción nacional), el nacimiento del anarco-sindicalismo y la organización del proletariado peruano, removieron la estructura fósil del pensamiento oligárquico, de ahí que Manuel González Prada asumiera el papel de conspirador nacional ligando a los verdaderos pobladores peruanos a la realidad, es decir a la clase trabajadora, al campesinado indígena y el estudiantado. La universidad siguió siendo colonial hasta la reforma de Córdoba en 1918, si bien es cierto la independencia (1821) acababa con el colonialismo español, la universidad se mantuvo bajo el dominio de la herencia española[3] hasta 1920. La reforma suponía en términos de Ángel J. Cappelletti que “a la estructura feudal de la universidad, con sus rectores-reyes y sus catedráticos-marqueses, sustituyo una organización democrática, donde los cargos eran electivos y las cátedras se proveían por concurso, donde los estudiantes estaban representados en los consejos y el claustro. A la mera clase magistral, que solía comentar un texto a veces milenario dogmática y repetitivamente, sustituyo el predominio del seminario y del laboratorio”[4]. Con la reforma se consiguió un cambio esférico en la universidad ya que se abrió camino hacia una nueva concepción de desarrollo, es decir una adecuación de ésta a los cambios de la república vigentes en esos tiempos, en tal sentido se incluyeron cargos a nivel de asambleas y consejos compuestos por alumnos y profesores, se establecieron derechos como la tacha de docentes, la libertad de cátedra, etc. Córdoba significa para la universidad, la reacción contra las formas coloniales de sociedad. Ese aire de dinamismo revolucionario en Latinoamérica, produjo la integración de estudiantes y trabajadores creando así las Universidades Populares “Manuel González Prada” que fueron un bastión de sabiduría para los trabajadores, donde se enseñaban cursos novedosos impartidos por intelectuales como José C. Mariátegui y Luis A. Sánchez.

De la educación diletante a la educación militante

Sin embargo la reforma se truncó en el Perú, y el “privilegio educativo” volvió a renacer, esta vez en una suerte de educación y práctica militante.  Con la creación del APRA, dirigida por Haya de la Torre quien también fue dirigente estudiantil en la reforma, se empezaron a dar -y porque la reforma lo permitía- la creación de cuadros políticos para el control de las universidades: el co-gobierno estudiantil, creando así una élite política al servicio del partido, dinámica de la cual formará parte más adelante el Partido Comunista del Perú. Esta conjunción entre universidad y partido, dio lugar a la instauración de una doctrina, es decir concebir a la universidad como el proceso de adoctrinamiento partidario que devino en la petrificación del modelo de Córdova y el retraso sistemático de la enseñanza universitaria en el Perú. A partir de entonces existe la contradicción universidad-sociedad (Estado), pues presidentes como Sánchez Cerro, Odria, Velasco y Fujimori, pretendieron cerrar las universidades de diversas maneras.

“Guerra popular” y universidad

La estirpe partidaria de la universidad alentó la creación de grupos de izquierda en los años 70 dándose así un proceso de radicalización ideológica[5] por parte de las doctrinas marxistas, particularmente el maoísmo. La universidad se centraría entonces entre “reflexión científica” y “reflexión política” generando una especie de autismo político, las cátedras eran consideradas como instrumentos de lucha ideológica, donde se deshacían los planes de estudios “burgueses” y se proponían formas cuadriculadas de entender los procesos económico-productivos, en una disputa por la caracterización de la sociedad que hasta nuestros días no ha llegado a su fin. Bajo estas condiciones y el inicio de la guerra popular en el Perú, la lucha armada permitió el nucleamiento y el control universitario por el PCP-Sendero Luminoso. Desde luego las universidades públicas sumaron la mayor cantidad de víctimas, estudiantes desaparecidos y ejecuciones extrajudiciales. En el caso de la UNCP (Huancayo) las consecuencias del terrorismo de estado y partidario dejaron 117[6] víctimas, la cifra más alta en el caso de universidades peruanas. En total fueron más de 69,280 personas muertas y desaparecidas en los gobiernos de Belaunde, Alan García y Fujimori[7]. Esta historia es más bien conocida y aún se mantiene en los umbrales de la memoria.

La dictadura, la intolerancia y la “paz”

El cambio de gobierno en el 90 y sobretodo el autogolpe de 1992 del dictador Alberto Fujimori, delimitaron una transición y reforma del gobierno, ya que se asumió emblemáticamente la lucha contra el terrorismo. Instaurando así la práctica neoliberal a través de las recetas norteamericanas. El Perú empezaba a convertirse en un país “apolítico” y las universidades quedaron despolitizadas, el peso de la palabra y la sabiduría eran silenciadas. Hubo una práctica mezquina contra la libertad de pensamiento, y del co-gobierno estudiantil se pasó al co-gobierno militar, la historia se volcó sobre las humanidades, dándose una nueva elitización de la universidad, patrocinada esta vez por la lógica empresarial o del llamado “hombre de éxito”[8]. La nueva forma de concebir el proceso de enseñanza en el Perú era a través de la privatización de las instituciones e implantar un dominio sobre las particularidades ideológicas del mercado.  De esta forma la dictadura y las consecuencias de la “paz forzada” nos dejaron: la desarticulación de organizaciones sociales y estudiantiles, la despolitización generalizada en el campo de la economía, puesto que los modelos económicos son tomados sin reflexión alguna, creyendo que el estado siempre tiene la razón; también nos deja un retraso generalizado en el sistema de conocimientos y saberes prácticos, y una inutilidad de la universidad en investigaciones y en los programas de extensión social.

III. SITUACIÓN Y POSIBILIDADES DE LA UNIVERSIDAD EN LA ACTUALIDAD

Cosificación del estudiantado: predeterminado el currículo

La universidad se ubica dentro de un conflicto económico, y no solo de las cuestiones presupuestarias y las relaciones con el Estado, sino porque la actual crisis tiene su causa en las propuestas académicas de la sociedad misma, esto produce que el conocimiento se ubique dentro de la lógica de mercado, donde la información es el negocio y los estudiantes los consumidores, estas nuevas situaciones han venido cambiando el panorama universitario dentro del lema: “sociedad del aprendizaje”, instaurando un nuevo vocabulario como “éxito”, “competencia”, etc. Esto se traduce al interior de las universidades en los currículos de estudios, ya que las universidades son vulnerables al discurso metafísico del cambio. En esta lógica los estudiantes son considerados como productos, pues la industria y la sociedad actuales exigen prototipos y esquemas de profesionales adaptables -trabajo a presión- constituyendo así uniformidad y predictibilidad[9] en los diversos perfiles profesionales que ofrecen las universidades públicas y privadas, de esta forma los empleadores buscan capacidades pre-identificadas por el mercado de trabajo y la fuerza de trabajo, en consecuencia reconfiguran los currículos. La educación superior es un proceso humano-reflexivo y no una venta de productos predeterminados. La universidad, entonces, está al margen de las necesidades científicas y sociales  y a favor de la lógica empresarial-mercantil con el propósito de fabricar profesionales flexibles, es decir capacitados para cualquier labor; dicha flexibilidad aparece como un código que es base de una educación de tipo neoliberal. A partir de ello se inaugura un proyecto curricular, que se ve reflejado en las propuestas de los docentes, que solo reproducen y aplican determinada epistemología educativa -y claro el estado controla y manipula ello con los salarios míseros del sector docente-, el currículo, por ser el documento máximo de autonomía educativa representa una identificación previa del conocimiento válido y el desarrollo de capacidades humanas. De esta manera el control curricular se hace necesario en un estado donde la “autonomía educativa” sería un atentado contra los intereses de la clase dominante.

Aquí están las cifras

Al respecto las estadísticas son claras, dos indicadores macroeconómicos importantes son el presupuesto a la universidad pública (el Perú ocupa uno de los últimos lugares en la distribución del PNB 2.9% a comparación de argentina con el 4.9% y Chile 4.5% casi el doble de inversión) y la participación de la educación en dicho presupuesto. En un corto periodo de tiempo la cantidad de universidades se ha incrementado sorprendentemente de 6 en 1950 a 79 en el 2002, básicamente 35 públicas y más de 60 privadas (entre legales e ilegales). La UNMSM es considerada una de las universidades con mayor alumnado históricamente. Puede verse, también, tal contradicción en la exigencia de acreditación, mientras la PUCP tiene 9 facultades y 15408 alumnos matriculas, la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP) tiene 27 facultades y 9549 alumnos matriculados. Es decir nos encontramos ante una burocratización enorme del sistema de gobierno universitario. Ya que los órganos de gobierno son elegidos por misteriosos movimientos, es decir ya no son respaldados por el voto común de estudiantes, aunque estos vayan a elecciones, esta es pues una de las razones porque la reforma es caduca e invalida en nuestros días. La investigación es lo principal dentro de la universidad y debe estar relacionada a los problemas de la región en la que está inmersa, sin embargo el nivel investigativo en el caso peruano es mínimo, puesto que anualmente se reportan mínimas publicaciones de textos, y casi no se exporta nada de conocimiento ni investigaciones.

¿Y dónde está la ley universitaria?

El actual proceso de privatización y mercantilización de la educación pública peruana[10], no solo se ha adaptado a nuevas formas de organización política y empresarial, sino también a un nuevo lenguaje jurídico, que indiscriminadamente intenta darle un giro económico al sistema de enseñanza nacional. En ese sentido nos encontramos con la ley n° 882 Ley de promoción en la inversión en educación, creada durante la dictadura fujimorista, se entiende por dicha ley que lasinstituciones educativas y universidades pasan a tener fines de lucro, en la medida que ya no rinden cuentas a órganos constitucionales como la ANR (Asamblea nacional de rectores) sino a la SUNAT, esto quiere decir que el control y gobierno de las nuevas universidades privadas están al control del dueño y ya no de la comunidad de profesores y estudiantes. Esta ley privatizadora, está respaldada por la ley n° 757 Ley marco para la protección de la inversión privada, dejando de lado lo que la ley universitaria y la constitución digan, puesto que ninguna organización puede entrometerse en la creación de instituciones privadas (véase el caso “Alas peruanas”). Es por eso que hoy en día los títulos se venden con membretes honoríficos, abundan las maestrías y doctorados ¿pero habrá siquiera un mínimo de capacidad humana y lo peor investigativa en la nueva forma de adquisición del conocimiento? No cabe duda, el único objetivo del gobierno actual y quizá de los siguientes será mantener la hegemonía centralista del poder estatal, para rescatar así la crisis del capitalismo que vive actualmente.
    
IV. CONSIDERACIONES FINALES

En consecuencia y bajo estas reflexiones podría caracterizarse a la universidad como “un almacén de signos muertos”[11] donde la educación de mercado y la lógica del hombre de éxito predominan sobre las condiciones reales de la población discriminada y expoliada actualmente. Lo mismo que Bakunin[12], Mariátegui señalaba que “No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar por ende, su superestructura política”[13] estas palabras habrían penetrado tradicionalmente la historia de un proceso de construcción de una universidad contestataria y al servicio del pueblo. ¿Se democratizará alguna vez la economía? Pienso que sí. No es lo mismo pensar de pie, que pensar de rodillas. Y si hoy se necesita implementar otra reforma que pueda probar las capacidades reales de la población y particularmente del estudiantado peruano, debemos empezar. Desde nuestra perspectiva libertaria, asumimos que la Universidad debe eliminar de una vez por todas la educación de mercado, luchar contra ella. Recobrar la autonomía y federar el cogobierno estudiantil, de esa forma proponer una universidad federada y auto-gestionada[14], principios básicos de una sociedad integral, es decir recobrar la razón de ser de la universidad peruana, crear y forjar poder popular: barrial y estudiantil. De hecho creo que esta sería la parte más difícil de sustentar, incluso donde la mayor debilidad podrá mostrarse, pero que puede quedarle al hombre en pleno proceso de destrucción, que conquistar en última instancia su sueño liberador, haciéndose cómplice de la historia, de su propia historia.


[1] Militante de la Unión Socialista Libertaria (http://uslperu.blogspot.com), estudiante de la facultad de Sociología de la UNCP. Miembro del Centro de Estudios Sociales “Manuel González Prada”  (http://cesgonzalezprada.blogspot.com), escribe en el blog de contra-cultura “Mala Reputación” (http://malareputacion.wordpress.com). E-mail: destruam@hotmail.com
[2] BAKUNIN, Mijail. Escritos de filosofía política (II). Alianza Editorial. Madrid. 1978.
[3] Mariátegui sostiene en su ensayo sobre “el problema de la instrucción pública” que el Perú tuvo básicamente tres herencias: la española, la francesa y la norteamericana; de estas tres la herencia española fue la que demarco más el sistema de educación teológica, autoritaria y elitizante.
[4] CAPPELLETTI, Ángel. Universidad y Autogestión. (http://www.cedap.assis.unesp.br)
[5] LÓPEZ, José. Juventud, política y universidad en Huancayo. 2009, Bisagra Editores, Huancayo.
[6] Ver tomo VII del “Informe final de la comisión de la verdad y reconciliación” pág. 472
[7] Hatun Willakuy, Cap. 1 pág. 17
[8] PORTOCARRERO, Gonzalo. “Las nuevas poéticas del sujeto en la sociedad peruana actual”, en Historia de la cultura en el Perú. Fondo Editorial del Congreso de la República. Lima.
[9] BARRET, Ronald. 2001 “Ahora todos somos letrados”, en: Los límites de la competencia (El conocimiento, la educación superior y la sociedad), Editorial Gedisa, España.
[10] RODRÍGUEZ PANTIGOSO, Juan V. Profesor de Proceso del Mundo Contemporáneo. Universidad Nacional de San Agustín “Hacia la privatización y mercantilización de la educación universitaria”.
[11] BARRETT, Rafael. “Mi anarquismo” en Obras Completas. Tomo II, RP Ediciones, Asunción, 1988, pág. 134.
[12] Bakunin establece: “mientras los individuos al nacer no encuentren en la sociedad los mismos medios de vida, la misma educación, formación, trabajo y disfrute, la igualdad política, económica y social será imposible”. Escritos de filosofía política II.
[13] MARIÁTEGUI, J.C. “7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana”, pág. 113. Empresa Editora El Comercio. Lima.
[14] Un comité de acción obrero-estudiantil de la Universidad de La Sorbona, en Paris, definió la autogestión con estas palabras: "La autogestión como sistema económico y social tiene por objeto realizar plenamente la participación libre en la producción y el consumo mediante la responsabilidad individual y colectiva. Es por tanto un sistema creado ante todo para el hombre, para servirlo y no para oprimirlo. En la práctica, la autogestión consiste para los obreros en hacer funcionar sus fábricas por y para ellos mismos y, por consiguiente, en suprimir la jerarquía de los salarios, así como las nociones de sistema asalariado y predominio patronal. A ellos corresponde la tarea de constituir los consejos obreros elegidos por ellos y que ejecutan las decisiones de todos. Análogamente, para los maestros y estudiantes de una universidad, la autogestión tendrá por objeto realizar plenamente la libre participación en la producción del conocimiento y en el consumo de la ciencia y de la cultura, mediante la responsabilidad individual y colectiva".
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